“La vida humana es un camino. ¿Hacia qué meta? ¿Cómo encontramos el rumbo? La vida es como un viaje por el mar de la historia, a menudo oscuro y borrascoso, un viaje en el que escudriñamos los astros que nos indican la ruta. Las verdaderas estrellas de nuestra vida son las personas que han sabido vivir rectamente. Ellas son luces de esperanza. Jesucristo es ciertamente la luz por antonomasia, el sol que brilla sobre todas las tinieblas de la historia. Pero para llegar hasta Él necesitamos también luces cercanas, personas que dan luz reflejando la luz de Cristo, ofreciendo así orientación para nuestra travesía.”[1]

Estas personas que nos enseñan cómo alcanzar la meta, son los Santos: cercanos, porque compartieron nuestras fragilidades y nuestras luchas, pero verdaderas estrellas de nuestra vida, porque vivieron las virtudes en forma extraordinaria.

Este blog quiere hacerte conocer a una mujer ejemplar. Hoy la Iglesia, que es Madre de los Santos, está estudiando y valorando sus virtudes y sus obras que hoy perduran: es la Venerable, Madre Eufrasia Iaconis, Fundadora de las Hijas de la Inmaculada Concepción de Buenos Aires.



[1] Spes Salvi, N° 49

martes, 5 de agosto de 2014

La Madre Eufrasia y la Argentina

Próximos al bicentenario de la Independencia nacional y transitando el mes de su conmemoración, consideramos de gran importancia resaltar cómo amaba a nuestra tierra la Madre Eufrasia.
La Sierva de Dios arribó a las orillas del Río de la Plata en 1893 y desde su llegada, el día  6 de septiembre, comenzó la tarea de servicio a los enfermos, que luego se extendería a niños y ancianos. Manifestó muchas veces su amor a esta tierra, tan lejana de su Italia natal, que logró ocupar un lugar privilegiado en su bondadoso corazón.  En ella llevó a cabo fundaciones y asumió obras de apostolado y caridad sin dudar. Argentina cosechó sus frutos.
Sus cartas son testimonio claro del afecto que esta tierra le inspiró:

“el deber me tiene aún aquí [Milán], sin tener época, aunque lejana, de mi regreso a esa tierra bendita, que encierra lo que mi corazón más ama y desea y lo que forma el ideal más grande y sublime de mi existencia”[1]

“Jamás me hubiera imaginado tener que pasar también este año lejos de mis amadas hijas y de esa querida tierra. Mas... cúmplase en mí la SS Voluntad del Señor!”[2]





[1] Carta de la Madre Eufrasia al Padre Gambón- Buenos Aires. Milán, 15 de noviembre de 1913. AHFIC DE 3/ 4, 1, 4; F. 6 a 7
[2] Carta de la Madre Eufrasia a las Hermanas de Rosario. Milán, 11 de noviembre  de 1913. AHFIC DE 3/ 4, 8, 24

Jornada docente en el Instituto Nuestra Señora de Nieva, 4 de julio de 2014

Fachada del Instituto Nuestra Señora de Nieva, Córdoba.
El pasado 4 de julio asistimos junto a la Hna. Andrea Ale a la Jornada Docente con la que cerró la primera etapa del año el Instituto Nuestra Señora de Nieva, de la ciudad de Córdoba.
Por iniciativa de la Hna. Susana Bustos viajamos a esa ciudad y pudimos participar de este cálido encuentro. Primero, la Hna. Andrea se refirió al carisma congregacional, resaltando las características más importantes de esta espiritualidad netamente mariana.  Luego expusimos la historia de la Causa de Canonización hasta los últimos avances. En la presentación destacamos la relevancia que adquieren en el proceso las pruebas de la Fama de Santidad de la Madre Eufrasia, cuyos testimonios remiten a los días cercanos a su muerte y perduran a través del tiempo hasta hoy. También, enfatizamos la importancia de la difusión y de la argumentación escrita de las gracias recibidas por intercesión de la Sierva de Dios. Sin dichos testimonios de los Signos de la Fama de Santidad, una Causa no avanza.
El encuentro con los docentes de este Instituto fue especialmente grato. Recordamos juntos las virtudes que caracterizaron a la Madre Eufrasia, virtudes que vivió en grado heroico de una manera inalterable y demostró en cada momento de su vida, ante las dificultades más graves como ante los hechos más sencillos.
¡Gracias! a las Hermanas de la Comunidad de Córdoba, en especial a la Hermana Susana por esta posibilidad de “encontrarnos y compartir”. ¡Gracias! a los directivos y docentes del Instituto por la calidez con que nos recibieron. Pedimos a la Madre que los proteja.
                                                                           
                                                 Lic. Ana María Silvestrin